El chicle
Mami, mami, el chicle me está masticando!
Mami, mami, el chicle me está masticando!
-¿Còmo es eso Luisito?, tienes muchas horas con ese chicle, tíralo yá!.
-¡No puedo, lo tiro y lo tiro y se vuelve a meter a mi boca y me mastica!. ¡Me hace bombas y me mastica y me mastica!...
La mamá incrédula, le abre la boca a Luisito y lo único que ve es un chicle rosa ensalibado retorciéndose en su lengua. De un tirón y sin la mayor preocupación por las palabras del niño, se lo arranca de la boca y lo tira en el excusado.
Tres días después, Luis entra corriendo a la cocina y le dice a su mamá que el chicle esta otra vez en su boca. Preocupada la mamá, llama a su esposo, pues Luisito no deja de gritar, cuando llega el papá, hace que el niño escupa el chicle en el bote de la basura, se sacude las manos y ¡listo, asunto acabado!.
Pero el chicle regresó por la noche, mientas Luis empezaba a dormirse y otra vez los gritos: ¡¡Mamá el chicle me esta masticando!!.
Los papás del niño intentaron otras cosas para deshacerse del chicle: lo tiraron por la lavamanos, arriba del techo... en unas horas vieron espantados como el chicle haciendose delgadito como una hoja de papel se deslizaba por debajo de la puerta, se arrastraba y caminaba en dirección al niño; lo quemaron en la hornilla de la estufa y vieron horrorizados como se derretía y parecia que chirriaba de dolor y veían como sus restos se juntaban, se hacían uno y se arrastraban buscando la boca de Luis.
La explicación lógica que les dio un médico, era que de alguna manera este ente vivía y respiraba con el oxígeno de Luis, así que idearon una sencilla solución: metieron el chicle en una frasco de cristal, fuertemente pegada la tapa con la mejor Kola Loka; vieron asombrados como el chicle brincaba dentro, y se resbalaba por las paredes de la cápsula, se reducía al mínimo, tratando de salirse por la tapa; se veía desesperado, estaba cambiando su color humedo y rosado a un opaco y seco color rosa pálido.
Estuvo así algunos días. Cuando Luis se acercaba a verlo, parecía que revivía, empezaba a saltar, primero con mucha energía pero después sus movimientos se hicieron lentos, espasmódicos, moribundos; y un día, ya no se movió; los integrantes de la familia, uno a uno, movieron la cápsula y vieron un chicle seco y muerto, pero se dieron cuenta que tendrían que cargar por el resto de sus vidas con el frasco, no fuera a ser que se saliera y se metiera de nuevo a la boca de Luis.... o de cualquier otro...
FIN
Este cuento lo leí hace mucho; autor: no me acuerdo
-¡No puedo, lo tiro y lo tiro y se vuelve a meter a mi boca y me mastica!. ¡Me hace bombas y me mastica y me mastica!...
La mamá incrédula, le abre la boca a Luisito y lo único que ve es un chicle rosa ensalibado retorciéndose en su lengua. De un tirón y sin la mayor preocupación por las palabras del niño, se lo arranca de la boca y lo tira en el excusado.
Tres días después, Luis entra corriendo a la cocina y le dice a su mamá que el chicle esta otra vez en su boca. Preocupada la mamá, llama a su esposo, pues Luisito no deja de gritar, cuando llega el papá, hace que el niño escupa el chicle en el bote de la basura, se sacude las manos y ¡listo, asunto acabado!.
Pero el chicle regresó por la noche, mientas Luis empezaba a dormirse y otra vez los gritos: ¡¡Mamá el chicle me esta masticando!!.
Los papás del niño intentaron otras cosas para deshacerse del chicle: lo tiraron por la lavamanos, arriba del techo... en unas horas vieron espantados como el chicle haciendose delgadito como una hoja de papel se deslizaba por debajo de la puerta, se arrastraba y caminaba en dirección al niño; lo quemaron en la hornilla de la estufa y vieron horrorizados como se derretía y parecia que chirriaba de dolor y veían como sus restos se juntaban, se hacían uno y se arrastraban buscando la boca de Luis.
La explicación lógica que les dio un médico, era que de alguna manera este ente vivía y respiraba con el oxígeno de Luis, así que idearon una sencilla solución: metieron el chicle en una frasco de cristal, fuertemente pegada la tapa con la mejor Kola Loka; vieron asombrados como el chicle brincaba dentro, y se resbalaba por las paredes de la cápsula, se reducía al mínimo, tratando de salirse por la tapa; se veía desesperado, estaba cambiando su color humedo y rosado a un opaco y seco color rosa pálido.
Estuvo así algunos días. Cuando Luis se acercaba a verlo, parecía que revivía, empezaba a saltar, primero con mucha energía pero después sus movimientos se hicieron lentos, espasmódicos, moribundos; y un día, ya no se movió; los integrantes de la familia, uno a uno, movieron la cápsula y vieron un chicle seco y muerto, pero se dieron cuenta que tendrían que cargar por el resto de sus vidas con el frasco, no fuera a ser que se saliera y se metiera de nuevo a la boca de Luis.... o de cualquier otro...
FIN
Este cuento lo leí hace mucho; autor: no me acuerdo
6 comentarios:
¿es tuyo?
no el chicle, sino la narración.
¿lo es?
Pina:
No, el cuento no es mio, escribí lo que me acorde, no se de quien es, lo leí hace muchos años y no dónde esta ese libro.
me lo contaba cuando era una "kindergardiana" y misteriosamente dejé de comprar chicles ¬¬
Es que me suena muy familiar.
cuantame otro cuento =)
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