Tabuti y la Trapecista
Parte II

Los administradores del circo hicieron arreglos para una función especial sin Tabuti.
El mastodonte era peligroso, definitivamente no podían exponer a la gente del circo.
Lo dejaron en el área de “patios”, que era el lugar donde pastaban los grandes animales a la vista del público. Tabuti se balanceaba de una pata a otra, abanicando sus orejas y pastando tranquilamente.
La vida del circo continuó.
Un día decidieron que ya era hora de incluir de nuevo a Tabuti en una función, sin Esmeralda. Había engordado por la falta de mobilidad, lo entrenaron duro, lo hicieron correr dos veces al día. Uno de los payasos se prestó para el número. La función terminó sin contratiempos.
Esmeralda lo veía cuando lo bañaban al final de cada función y siempre se le acercaba a hacerle cariños, Tabuti, resoplaba, levantaba su larga trompa y abrazaba con ella a la jòven , se mecía de un lado a otro y la veía con sus ojos grises llenos de amor.
-Ojos llenos de amor.. pensaba Esmeralda, -esto es una locura, Tabuti es un animal, me estoy figurando cosas.
El tiempo pasó y de nuevo Esmeralda salió a la función de 6 a 10 con Tabuti y Juan el payaso.
Hacían un numero muy bonito, con un vals de música de fondo, daban giros en la pista y luego subian al elefante simulando un bello romance.
Tabuti los veía girar. Esmeralda veía sus ojos cargados de despecho. Giraban y se acercaban al elefante, la trapecista no lo perdía de vista, Tabuti la miraba y luego miraba a Juan.
El publico aplaudía. La función mejoraba día a día.
Esmeralda vió pasar los días y se convenció de que eran figuraciones suyas, pero estos pensamientos no se los contó a nadie, además no le creerían.
Los administradores del circo tambien estaban tranquilos, de todos modos tomaban precauciones, por si en algún momento Tabuti se mostraba colérico. Los días se sumaron uno a uno y llegó el invierno; para Esmeralda todo el día era primavera, estaba enamorada.