27.8.06

Una mano cálida


Camino por un largo pasillo con una alfombra roja, hay bancas a cada lado, es una iglesia, no se porqué estoy aquí, a mi no me gustan las iglesias, aborrezco todo lo que tenga que ver con las religiones y fanatismos y entregas a Dios, Dios no existe, Dios es nosotros mismos, nosotros decidimos portarnos bien o mal. Sigo caminando, al final del pasillo esta el altar en donde rezan sus tonterías; veo un gran espejo, es enorme, del tamaño de la pared frontal, es un espejo muy bonito, me llama la atención. Al lado hay un sacerdote vestido de manera extraña, trae una larga túnica roja y un sombrero como el que usan las brujas, hundido en la cabeza hasta cubrirle los ojos, solo le veo la boca; me acerco al gran espejo que me llama tanto la atención y estiro el brazo para tocarlo; mi mano traspasa la cubierta y algo me jala hacia adentro; paso a través del espejo como si fuera una consistencia gelatinosa, pero que en realidad apenas percibo.
Del otro lado del espejo cambia por completo el entorno, ahora me encuentro de noche en una escuela, estoy en el patio, en la cancha y debajo de las canastas de pelota; veo a mi alrededor, todo es negro, el cielo esta claro y hay muchas nubes, también hace viento, todo esta en silencio y mucha gente circula por aquí; hay mucha gente vestida de negro, no veo sus rostros, pasan lejos de mi, èsta situación solo me inspira curiosidad; me apresuro a caminar y subo las escaleras de uno de los edificios, me acerco a la baranda y veo hacia abajo; la gente sigue caminando en todas direcciones, no tienen prisa, no hablan entre si, solo se desplazan de un lado a otro, yo bajo las escaleras y me quedo parado observando; detrás de mi esta el sacerdote que estaba anteriormente en la iglesia, oigo su voz que en voz alta me dice:
-esas personas de negro son penitentes, son malos, están llenos de maldad, están esperando a los recién llegados para mandarlos al infierno, vienen por ti; yo pienso: “no me quiero ir con ellos”… él parece que lee mi pensamiento y de nuevo en voz muy alta me dice:
-todavía puedes salvarte, pìdele a Jesús que te ayude; -éste tipo esta loco, - pienso, ¿como va a salvarme alguien que no existe?, volteo a mi alrededor y veo a los penitentes con los brazos extendidos que en masa se juntaron y viene hacia mi, esto me asusta, camino rápidamente para alejarme de ellos; de nuevo la voz me grita:
-¡Pídele, Pídele que te salve!… la masa de gente esta muy cerca, a unos cuantos metros; corro, pero ellos llegan muy rápido, son muchos, cientos, sus manos casi rozan mis ropas, siento pánico, entonces grito, grito con todas mis fuerzas: ¡Jesús, ayúdame, ayúdame por favor! estoy llorando, mis lagrimas saladas corren abundantemente por mi cara, imploro con toda la fuerza de mi corazón, elevo mi plegaria al cielo en un esfuerzo desesperado, suplicando ayuda y entonces lo veo: un gran resplandor dorado y veo a Jesús, que estira su mano derecha hacia mi, su tez es muy blanca, su pelo es dorado y rizado, no como lo pintan en los cuadros, trae una barba y bigote muy ralos, tiene los ojos color miel, su mirada es muy triste y escucho su voz resonar en todos lados, como si hubiera cientos de bocinas a mi alrededor por donde sale su voz que me dice: perdóname, perdóname por no llegar a tiempo, perdóname por hacerte pasar este sufrimiento, pero no puedo estar en todos lados, todos me llaman al mismo tiempo y no puedo complacerlos, pero aquí estoy; tomo presuroso su mano, ohh, es una mano adorable, es cálida; su calidez me envuelve totalmente, me siento infinitamente bien a su lado, siento mucho amor hacia él; me arrastra consigo, me eleva muchos metros por encima de los penitentes. Una fuerte sacudida me hace despertar; inmediatamente me levanto, me persigno, le pido perdón a Dios o a Jesús, no se a quien, no se mucho de esas cosas, les pido perdón por haber renegado y haberles mandado tantas injurias; recuerdo que mis padres se molestaban mucho por mi actitud rebelde, es cierto que sólo tengo veinte años, podían pensar que era cosa de la edad, pero yo no escuchaba sermones; camino hacia el espejo del baño, me veo a los ojos y me digo: ¿Qué pasa, que significa ? ¿Soñè esto?. No lo se, necesito tiempo, estoy confundido, inseguro, mis creencias ahora son débiles, pero de lo que si estoy seguro es que no olvidaré jamás la calidez y bondad de ese rostro amado, y sobre todo sus ojos color miel, llenos de tristeza.

4 comentarios:

Pablo dijo...

-.- "Dios es nosotros mismos"... No me gusta meterme mucho en temas de religión, no por que sea ignorante en los mismos, sino por que la gente pareciera no encontrar la salida a la conversación a veces, y esta, creo yo, es solo creer en algo y nunca dejar de hacerlo... Ahora con este relatito, que bien puede ser dibujado o enplastado con pintura sobre el lienzo, reafirmo lo mismo... Que suave, me gusta...

MAMACUERVO dijo...

Maeth: Píntalo.

Pablo dijo...

Lo haré, pero para eso necesito saber cuando es su cumpleaños... ¬¬

MAMACUERVO dijo...

El 10 de septiembre cumple mi hijo 21 años.